¡Qué suerte
tienen—¡Bello!—
los vellos de tu
cuerpo!
Forran tus
antebrazos
y muslos
tersos, gruesos,
cubren tu pecho
ancho,
lamen como
lengüitas
tus ásperas tetillas,
dulces como
fresitas...
y en tus axilas
cálidas
se rizan densos,
negros . . .
Los que arropan
tus nalgas
apretadas,
carnosas,
más aquellos que
poblan
tu vientre plano
y terso,
y bajan más espesos
a tu pubis
secreto . . .
Al fin, hasta
llegar
a la entrada
escondida
del puchero trasero,
del puchero trasero,
de esa boca
fruncida,
¡Suerte tienen
tus vellos!
¡Quién no
quisiera estar