La
voz del pueblo, que es la voz,
la
propia voluntad de Dios,
siempre
ha dicho muy sabiamente,
<<¡Como
todo el mundo bien sabe,
los
zurdos son unos viciosos!>>
<<¡Traicioneros
son y chismosos—
No
hay nada que cure sus males!>>
<<¡Milagro,
que nacen los zurdos;
Dios
mismo los ha condenado!>>
<<¡Milagro,
sí, pero del Diablo,
un
fenómeno y un absurdo!>>
<<¡Se
debe imponerles vergüenza!>>
<<¡Y
quitarles las malas mañas!>>
<<¡Castigarlos
con justa saña!>>
<<¡Y
corregirlos por la fuerza!>>
<<¡Debemos cortarles las manos
asquerosas, a ver si aprenden!>>
<<¡Fustigarlos hasta la muerte!>>
<<¡Apedrearlos!>>
<<¡Desollarlos!>>
<<¡Decapitarlos!>>
<<¡Y quemarlos!>>
<<¡Condenados
de nacimiento!>>
<<¡Ningún
zurdo entrará en el Cielo!>>
<<¡Si
un zurdo es más malo que un negro!>>
<<¡Salvemos
a la gente buena!>>
<<¡Sigamos
la Fe Verdadera!>>
<<¡Honremos
la Fe Verdadera!>>
<<¡Que
se salve la gente buena!>>
—Con
razonamiento tan necio
harían
Justicia
Divina,
haciendo
a los zurdos la vida
aquí
en este mundo un infierno.
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