silencioso me siento.
La noche crece negra
como un inmenso almendro,
con la copa encorvada
para abrigar al mundo.
El árbol se desdobla,
se abren miles de flores.
Blancas y diminutas
traspasan el negror.
El patio vive y vibra,
pulsa con la energía
de soles y de estrellas.
Siento en mi alrededor
la vida de las plantas,
la respiración muda,
el estremecimiento
secreto de las hojas,
las puntas finas, húmedas,
un derroche de amor.
Estremeciéndome entro
en los tallos oscuros,
me disperso en las ramas
intrincadas, me exhalo
por las hojas abiertas
a la noche estrellada.
En el negror profundo,
como una estrella oscura
asciendo la honda noche.
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